Dejemos de decir "futbolista frustrado"

 



Son (y fuimos) tantos con el sueño de ser futbolista profesional, que es muy difícil hacer el cálculo de cuántos quedan afuera. Marcelo Roffé, psicólogo deportivo de larga trayectoria en el trabajo junto a juveniles, afirmó que 4 de cada 100 chicos que arrancan con 13 años en novena división llegan a primera (Fuente: https://infonegocios.info/enfoque/ni-1-en-1-000-ni-1-en-100-000-4-de-cada-100-chicos-llegan-a-primera-division-que-arrancan-con-13-anos-en-novena). Es decir, el 4% de los chicos que inician su carrera deportiva logran debutar en Primera División, ya sea en su club o en otro.

A esta estadística hay que sumarle todos los chicos que ni llegan a la novena. Los motivos son muchos: se fueron a probar y no quedaron, no fueron a probarse por falta de recursos, o bien sino porque no se animaron (sabiendo lo complicado que es quedar fichado en un club). También ocurre que ni siquiera tenes la chance de probarte, porque no contas con ese contacto que te permita ocupar un lugar al menos en la evaluación deportiva.

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En mi experiencia personal, fui a varios clubes y claramente algo faltó para que pueda, al menos, estar dentro de esos "100 chicos" que arrancaron en novena división. Nunca logré estar federado, solo pude ubicarme en algún momento en las divisiones de Liga, que es una categoría no oficial de AFA, pero que entrena generalmente en el mismo predio que los chicos federados y las chances de que te vean son mayores a ni siquiera estar.

Luego de años en baby o ligas de barrio, fui a Quilmes con 12 años. Lamentablemente, llegué luego del período de fichaje, por lo que me permitieron entrenar en el predio sin poder competir en los partidos del campeonato. Tenía que aguantar un semestre, pero no lo hice. Recuerdo no estar cómodo con el grupo, no me terminé de adaptar y el hecho de no competir me hacía más difícil todo.

Seguí un tiempo más en ligas de barrio, canchas de fútbol 7, sin intentar ningún tipo de prueba en cancha de fútbol 11. Hasta que a los 14 / 15 años quise volver a probar. 
Mi vieja me llevó a Argentino de Quilmes y a Independiente. En el primero, las pruebas fueron en la cancha de Primera. Era una linda ilusión jugar en una cancha profesional, pero se canceló por tormentas eléctricas y no tuve noticias de una nueva fecha disponible para intentarlo. En Independiente, en cambio, había tocado un día hermoso. Fuimos hasta el predio de Villa Domínico el día que figuraba en los diarios que se hacían las pruebas. Llegamos al sector de ingreso, había varios chicos esperando también para ingresar. Cuando nos acercamos al sector de seguridad para entrar al predio, nos comunicaron que las pruebas habían sido la semana anterior y que ese día había otro tipo de evento. Ni yo ni mi madre entendíamos qué estaba pasando. Recuerdo habernos quedado como congelados, sin ingresar al lugar pero sin retirarnos tampoco. Hasta que uno de los muchachos de la seguridad, al ver nuestras caras de desilusión, se acercó y nos informó que las pruebas eran solamente para niños que venían con una cierta recomendación o contacto. Olvidate, yo no conocía absolutamente a nadie, así que media vuelta y a casita...

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Al final, en la familia sí había un contacto. Ponele que pueda decirle contacto. Era un ex jugador de fútbol que actualmente es representante de jugadores. No vamos a mencionar su nombre simplemente por respeto a su familia y a la mía, quien tengo entendido que siguen teniendo una amistad. 
Anteriormente a esta remota posibilidad de quedar en un club por haber tenido este vínculo, lo intenté en Arsenal de Sarandí. Mi abuelo materno fue el encargado de llevarme a la prueba. Recuerdo haber estado poco más de tres horas para ingresar unos quince o veinte minutos, en la posición de 8 (volante por derecha). Estuve más perdido que cualquier cosa que ustedes piensen que esté muy desorientado en un lugar. Pongan el ejemplo que quieran.

Yo había ido a probarme de delantero centro. Hoy, viéndolo muchos años después, se que fue un error. El problema es que me encanta hacer goles, ser protagonista en los equipos que juego (por más que sea con amigos), entonces asocié que debía probarme en esa posición. Si fuese hoy la prueba, lo intentaría de 2. Creo que hubiese tenido más posibilidades.

Igualmente, al final de la prueba nos juntaron a todos y nos dijeron que sigamos intentando, pero que hoy no era el día. Creo que solo un chico que había venido de Córdoba se quedaba unos días más a intentarlo...

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Vuelvo a lo de mi "gran" contacto. Luego de no haber quedado en Arsenal, el siguiente paso era en Racing Club. Este contacto había jugado allí, y entiendo que tenía algún tipo de injerencia en las pruebas de jugadores. Lo que me comunicó a mí la familia era que debía llegar al lugar donde me anotaba y decir: "vengo de parte de (inserte nombre aquí)". Al tipo este yo nunca lo vi, no hablé con él, no tuve ningún tipo de relación en toda mi vida. Pero, aún así, me iba a hacer el favor, la gauchada, de que la puerta esté más abierta para mi que para otros. 

Cuando llegué al predio hice tal cual lo que me dijeron. Me presenté en el sector correspondiente, donde había un muchacho con un cuaderno o libreta y una lapicera. Muy amablemente me preguntó de qué me quería probar (otra vez le dije de "9", jeje), y me dijo que iba a tener que esperar un rato largo. Le llegué a decir, como titubeando, que venía de parte de (nuevamente ponga el nombre que ud. quiera). Decirle eso fue exactamente igual a comentarle que a la mañana había tomado un mate cocido con dos tostadas. Me mandó al sector donde debía esperar, y allí aguardé. Una hora, dos horas, tres horas. Hasta que llegó mi turno. Quince minutos otra vez, ni más ni menos. ¡Y me pusieron de nueve!
No toqué muchas pelotas, pero hice un gol. Sí, así es. No fue nada del otro mundo, pero la pelota entró. Fue un mano a mano que definí cruzado ante la salida del arquero. Recuerdo estar muy feliz, como que había aprovechado mi chance. Jaja iluso. Al igual que en Arsenal, taza taza…

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Hubo un último intento, también en Racing. Esta vez, sin mencionar a nadie y en el Predio de Tita Mattiussi (hermoso lugar). Para ser honestos, las pruebas fueron al lado, en una cancha de rugby. ¿Por qué? No hay pol que.

Mi abuelo nuevamente fue el encargado de llevarme. Sabía, de antemano, que las pruebas eran para Liga (no AFA). No me importaba, yo quería estar ahí. Como buen testarudo que soy, lo intenté otra vez de número 9. Ahí te anotaban sin nombre y apellido. Eras "el nueve del equipo 3", o "el arquero del equipo 1". Éramos aproximadamente 100 jugadores que tenían la ilusión de hacer bien las cosas y llamar la atención del profe.

Creo que en el tercer partido de la mañana me tocó jugar a mi. Eran 25 minutos, 30 como mucho. Recuerdo haberlo hecho bastante bien, participando activamente y convirtiendo un gol nuevamente. Esta vez, empujando la pelota con el arco vacío tras el buen desborde del "8" de mi equipo. 

Al finalizar el partido, tuvimos que esperar a que el resto de los chicos tuvieran su chance. Cuando eso sucedió, se nos acercó uno de los entrenadores y a varios de nosotros nos dijo que volvamos al otro día. Creo que había sido un lunes, así que el martes debía estar presente allí nuevamente.

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Al otro día, como buen chico responsable y con el sueño intacto, estuve allí con mi abuelo. Esta vez éramos poco más de 44 chicos (porque recuerdo que completamos cuatro equipos y quedaban unos tres o cuatro chicos más esperando).
Creo que participé del segundo turno. No tuve el mejor partido, recuerdo haberla tocado poco y nada. Pero me quedó una ocasión, luego de un pase medio exigido del enganche de mi equipo. Llegué a puntearla cuando el arquero estaba por rechazarla, y la pelota entró despacito en el arco. 
Ese gol, pienso yo, me habilitó a una prueba más, dos días después. El jueves de esa semana era la prueba final, debido a que solo convocó a dos equipos y, por suerte, yo estaba entre ellos.

La última prueba era, si no me equivoco, un partido de cuarenta minutos. Me tocó compartir equipo con varios de los que ya lo había hecho los días anteriores. Los dos jugadores que me habían asistido estaban conmigo, y eso me ilusionó. Imaginé que una chance iba a tener.
No voy a mentir, no recuerdo mucho de ese partido. Lo que sí tengo grabado en la cabeza como si fuese hoy, es el golazo que hice. Me habilitaron con un pase bombeado (otra vez el "8") y me fui mano a mano con el arquero. La pelota iba picando y yo corría tras de ella. No iba conduciendo, sino que la idea era llegar y poder dominarla para luego definir o encarar al arquero. Por suerte para mí, el "1" contrario se adelantó y se me ocurrió tirársela por arriba. Tuve la suerte o la capacidad de que entró. No podía creerlo. Hoy creo que me ayudó un poco que el arco era la "hache" de rugby, que entiendo que es el corte transversal que tiene es más alto que el travesaño de un arco de fútbol. Pero qué me importa, lo grité como nunca, sabiendo que podía llegar a ser clave para mi futuro en ese club.

Lo que me ilusionó aún más, fue que por primera vez vino el entrenador a preguntarme (y anotar) mi nombre y apellido. Me temblaba la voz mientras decía "Dddammián Ceeentronnne". Siguió el partido y no me acuerdo prácticamente más nada.

Cuando finalizó, el entrenador le agradeció a cada uno de los futbolistas. Cuando comencé a pensar que me había preguntado el nombre solo por curiosidad, me mencionó a mí y al que me había asistido en dos oportunidades. Luego de despedir al resto de los chicos, nos habló aparte, diciendo que quería que vayamos el lunes siguiente para sumarnos a los entrenamientos. Nos explicó que teníamos que llevar unos papeles, que teníamos que hacernos una revisión médica y que eran cuatro los días de entrenamiento, dos de los cuales tenían doble turno.

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Lamentablemente, las obligaciones familiares en cuanto a cumplir con la escolaridad obligatoria no me ayudaron a seguir con el sueño. Ese lunes comenzaba en el nuevo colegio a la mañana, lo que iba a ser mi primer paso en la secundaria. Esa incompatibilidad de horario, y la ausencia de la búsqueda de otra alternativa hicieron que no me presente ese lunes en el predio de Tita Mattiussi.

¿Qué podría haber pasado si me hubiese cambiado de colegio y si hubiese asistido ese lunes a Racing? No tengo idea y tampoco lo pienso. Quizá tampoco se daba, formando parte de ese 96% que no llega. Pero bueno, siento que podría haberlo intentado. Hoy estaría pensando quizá en el retiro, ya con 34 años, luego de una carrera profesional que vaya a saber uno cómo pudo haber sido.

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¿A qué voy con todo esto? Que nunca le digan a un adulto que es un futbolista frustrado. Es fea y muy dura la palabra "frustración" (esto se aplica a todo ámbito). Y a esa persona le van a estar llegando recuerdos de ese sueño, de esa ilusión rota. 
Muchos que llegan a debutar, después quizá no tienen la carrera que habían soñado. Otros sí, y pocos son los que triunfan en la elite del fútbol mundial. Algunos habrán estado super cerca, llegando a cuarta división y quedando en la puerta del debut. Otros habrán abandonado en el camino, ya que no todos están preparados para los esfuerzos que implican ser un futbolista profesional (en plena adolescencia, cuando tus amigos se van de joda, vos tenes que quedarte durmiendo para el partido del fin de semana, por ejemplo). Parece que no, pero hay que ser fuerte de la cabeza. Más cuando los chicos vienen de otras provincias, sin su familia y dejando amistades, barrio y todo detrás. 

Cuando alguien les diga que su sueño fue ser futbolista y que no se dio, escuchen su historia y respeten el destino de ese muchacho. No juzguen, no lo cataloguen. 

Se supera y la vida sigue, por supuesto. Pero si se escarba profundo, todavía puede doler. 

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